Por Daniela Acuña R.
Socia de EjeRSer
Experta Grupo Otros para ISO 26000
Cuando hablamos de gobernabilidad – entendida como la estabilidad institucional y política, y la efectividad para la toma de decisiones y la gestión de las mismas – pocas veces se considera que la confianza de la ciudadanía en las instituciones, gobierno, empresas, y otros, pueda influir de manera importante en ella. Sin embargo, si analizamos un poco más profundo, y consideramos el nuevo contexto social que vivimos a nivel global, se evidencia una crisis de confianzas que, finalmente, está afectando, o pueden afectar la gobernabilidad.
Sin dudas que en el último tiempo nos hemos enfrentado a una crisis de confianzas a todo nivel. Y no es sólo un fenómeno de Chile, a nivel latinoamericano la percepción es la misma. A nivel internacional, la desconfianza se acentuó luego de la crisis económica de 2008, donde se puso de manifiesto la falta de transparencia, ética y la fragilidad del sistema financiero mundial, y donde muchos ciudadanos fueron afectados, no sólo por la crisis en sí, sino también por las consecuencias de las medidas de rescate a la banca.
En Chile, y sólo para resaltar la crisis de confianzas, podemos mencionar los poco alentadores resultados del último Estudio Nacional de Opinión Pública del Centro de Estudios Públicos (CEP). Por un lado, más del 70% de los encuestados encuentra que la democracia en Chile funciona entre regular y mal, al tiempo que los niveles de confianza en los municipios no superan el 25%, en los sindicatos alcanza un 18%, un 17% para las empresas privadas, 13% para los tribunales de justicia, sólo un 10% para el Congreso, y un 6% para los partidos políticos. Sin duda que son cifras preocupantes cuando estamos hablando de estabilidad institucional y política.
En otra esfera, pero abordando la misma temática, organizaciones empresariales chilenas han destacado la necesidad de recuperar la confianza a través del diálogo con las partes interesadas, como un elemento esencial para poder construir buenas relaciones entre las empresas y la comunidad. Indirectamente, a través del restablecimiento de las confianzas, se busca fortalecer la gobernabilidad a distintos niveles y así mejorar el desempeño empresarial.
En el proceso de recuperar la confianza, y así fortalecer la gobernabilidad, los distintos actores tienen un rol que cumplir. Sin dudas, que el Estado tiene un peso importante en el cuidar la institucionalidad, asegurarse de su buen funcionamiento, de su adecuación a los nuevos escenarios y de dar cumplimiento a las normativas internacionales respectivas. Pero también otro tipo de organizaciones, tienen un papel que jugar.
En esta línea, vale la pena destacar la relevancia de la gobernanza propia de las organizaciones, como un primer elemento para fortalecer la gobernabilidad general. El contar con estructuras y procesos claros para la toma de decisiones, tal como lo establece la Norma Internacional ISO 26000, permite aumentar la capacidad de las organizaciones de implementar un comportamiento socialmente responsable. En la medida que más organizaciones -empresas, organizaciones sin fines de lucro, sindicatos, universidades, etc.- tengan un comportamiento socialmente responsable, que tenga sistemas de gobernanza organizacional adecuados y que efectivamente incorpore el diálogo e involucramiento con las partes interesadas, más y mejores relaciones de confianza se construirán, y con ello, se fortalecerá la gobernabilidad, en beneficio de todos. El desafío no es menor, y el llamado a la acción es ahora.