Jeanette Cortés
Socia de EjeRSer
Antaño solíamos pensar y vivir Enero, como un mes que nos invitaba a una tregua antes de “comenzar” el año recién en marzo. Bueno, fueron tiempos aquellos. Actualmente Enero es el mes de cierre de procesos y clave para quienes deben tomar decisiones respecto de los estudios, y claro también la oportunidad de comprar a precios rebajados lo que nos ofrece el retail, quienes literalmente tiran sus tiendas por la ventana con sus mega ofertas.
Respecto del retail y sus ofertones no me referiré en esta oportunidad, pero permítanme una pequeña reflexión. Los productos que hoy rebajan hasta en un 70% ¿cuál será su precio real? Me huele a que cooperamos con la fabulosa rentabilidad que estas empresas tienen.
Y hablando de sobreprecios, también Enero es época donde las universidades ofertan sus atributos para así captar a los mejores, ofreciendo condiciones y facilidades, que podrían hacer creer al más incrédulo de lo conveniente que es una u otra Casa de Estudio.
En paralelo, hace un par de semanas, SERNAC informó el ranking de reclamos contra las instituciones de educación superior. Al ver la gráfica, lo primero que salta a la vista es que quienes la llevan son tres universidades no acreditadas, entre ellas la Universidad del Mar. Luego, revisando el estado de acreditación– cabe mencionar que la CNA tiene una página web poco atractiva y nada de amigable– para hacer el cruce entre acreditación y el nivel de reclamos, se obtiene quizás lo obvio.
De las cuarenta y nueves universidades, sólo nueve de ellas se han acreditado en las dos áreas obligatorias (Gestión institucional y Docencia de pregrado) y en las tres áreas electivas (Investigación, Vinculación con el medio y Docencia de postgrado), es decir el 18%. La gran mayoría de las universidades (41%) sólo se ha acreditado en las áreas obligatorias.
De las veintitrés universidades mencionadas por SERNAC, el 82% de quienes lideran el ranking de reclamos, corresponde a aquellas que no tienen la totalidad de sus áreas debidamente acreditadas. Lo más reclamado es respecto de los incumplimientos de las condiciones contratadas (51%), problemas con los contratos (14,8%), mala calidad del servicio (12,3%), cobros indebidos, deudas inexistentes y/o pagadas (12,1%), publicidad engañosa (2%) y falta de infraestructura ofrecida (bibliotecas, profesores), cambio de mallas académicas, horarios, planes de estudios, entrega de becas, entre otras.
¿Por qué lidera el ranking el incumplimiento del compromiso? ¿Qué significa compromiso? La primera acepción que se me viene a la mente es el concepto obligación. Un concepto alternativo, pero más amplio e inclusivo es engagement, es decir, me involucro con lo que prometo.
Si en nuestro imaginario las universidades representan el espacio de libertad de pensamiento, desarrollo intelectual y creatividad, desde esta tribuna invito a las universidades a cumplir lo prometido, a ser responsables con lo que ofrecen y a vivir los valores que las sustentan. Pero también insto a nuestras autoridades para que ejerzan su rol de hacer cumplir la ley y a nosotros, los ciudadanos, en especial a los jóvenes, de que aprendamos a elegir sin que nos distraigan con el oropel barato.
Sólo me resta convenir con Jacques-Yves Cousteau, quien dijo alguna vez: Todo tiene precio nada valor.